Informe Preliminar
Lic. Edna Judith Nava González
Coordinadora del Área de Formación de Nutriología Clínica de la Facultad de Salud Pública y Nutrición, UANL.
En días pasados, terminó la primera fase de la recolección de las historias clínicas-nutriológicas, mediciones de composición corporal y pruebas de sangre de 15 mujeres viviendo en el área metropolitana de Monterrey con diagnóstico de Endometriosis para su estudio e investigación, y cuyo objetivo es determinar los factores que podrían contribuir en su desarrollo, principalmente los aspectos nutriológicos y bioquímicos.
La endometriosis es la tercera causa de hospitalización por problemas ginecológicos. El hecho de ser una causa importante de hospitalización en enfermedades propias de la mujer, ha impulsado su estudio para determinar qué podría estar causando este padecimiento y cuales son los factores que contribuyen a su aparición. Dichas causas se han relacionado de manera muy amplia y genérica a factores hormonales, factores anatómicos del tracto genital de la mujer, a susceptibilidad genética y a factores del sistema inmune e inflamatorio. Estos factores de alguna manera incrementan el volumen, frecuencia y duración de menstruaciones retrógradas que promueven la implantación de estas placas de endometrio fuera de la cavidad intrauterina.
Las principales razones que nos impulsaron a llevar a cabo esta investigación se relacionan con reportes científicos en la literatura que indican la fuerte relación entre factores de la dieta, factores metabólicos, con los procesos fisiológicos y síntomas asociados a la endometriosis. Existe amplia evidencia indicando que la contracción anormal del músculo liso de las trompas, los niveles estrogénicos, y el metabolismo de las prostaglandinas y la cascada de la inflamación son factores que contribuyen a la aparición de la endometriosis y éstos pueden ser influenciados por la dieta que ingerimos día a día. Se ha demostrado que ácidos grasos específicos en la dieta ejercen una fuerte influencia sobre marcadores inflamatorios, principalmente uno denominado IL-6. También se ha observado en varios estudios que la ingestión de ácidos grasos omega-3 denominados comúnmente suplementos de aceite de pescado han mejorado los niveles circulantes de prostaglandinas y la sintomatología relacionada con dolor menstrual en mujeres con endometriosis.
Hemos ya estudiado a 15 pacientes mediante una evaluación nutricional a través de indicadores antropométricos y de composición corporal (peso actual, peso habitual, estatura, circunferencia de cintura y cadera, % de grasa corporal, masa muscular, masa grasa, agua corporal total, etc.), así como indicadores dietéticos, utilizando historias clínicas-nutriológicas que incluían de frecuencia alimentaria y recordatorio de 24 horas. También se evalúo el estado clínico de las pacientes por medio de sus antecedentes heredo-familiares, antecedentes personales patológicos, historia ginecológica, y síntomas digestivos, cardiovasculares, neurológicos y de endometriosis.
Se recolectaron también datos bioquímicos relacionados con enfermedades metabólicas secundarias a una mala nutrición (obesidad, diabetes, dislipidemias), tales como glucosa basal, glucosa postprandial (1 y 2 horas), insulina basal, insulina postprandial (1 y 2 horas), proteína C reactiva, y su perfil de lípidos completo (colesterol total, C-LDL, C-HDL, TAG, Apo A y Apo B), porque en la actualidad existen reportes que vinculan a la endometriosis con defectos metabólicos ya que muchas mujeres que padecen esta enfermedad, presentan concomitantemente infertilidad, depresión, alteraciones del metabolismo de los hidratos de carbono, prediabetes y dislipidemias.
Aunque aún muy prematuros, nuestros resultados preliminares empiezan a arrojar datos interesantes que parecen seguir el patrón que se reporta en otros estudios similares: el promedio de edad de este grupo fue de 32 años, y el 80% presentó un diagnóstico laparoscópico de endometriosis. Los síntomas más relevantes referidos por estas pacientes fueron colitis, estreñimiento, cefalea, dolor pélvico y ciclos menstruales irregulares. Con referencia a su estilo de vida la mayoría no efectuaba ningún tipo de actividad física. En cuanto a los hábitos alimentarios, el alimento con mayor frecuencia de consumo fueron las grasas las cuales eran utilizadas diariamente por el 80% de las mujeres evaluadas, obteniéndose un promedio de consumo de 6.4 veces por semana. Las grasas más utilizadas fueron: los aceites vegetales para cocinar (ricos en Omega 6), y la grasa proveniente de productos de origen animal como la leche entera, la carne roja, embutidos, huevo y los quesos grasosos. La dieta representa en promedio un consumo de 1705 kcal con deficiencia en Ácidos Grasos Poliinsaturados (Omega 3), Magnesio, Zinc, Vitamina C, Ácido Fólico y Vitamina B12. El 93% de las pacientes evaluadas reflejaron una deficiencia del consumo de fibra en la dieta, lo cual se podría ser reflejo del estreñimiento y la colitis que padecían. El 67% presentaron un Índice de Masa Corporal normal, pero en promedio las mujeres presentaban un porcentaje de grasa corporal arriba de lo recomendado, lo cual podría ser secundario a sus hábitos alimentarios y su sedentarismo. Un dato sumamente interesante arrojado en la prueba de glucosa postprandial de 2 horas, indicó resultados de hiperglucemia postprandial, en el 40% de las pacientes, con valores mayores a 140mg/dl. Así como la insulina postpandrial de 2 horas el 53% de las pacientes presentaron hiperinsulinismo.
Para terminar, nuestras reflexiones tienden a dirigirnos a conclusiones, que aunque aún muy prematuras, siguen un patrón que se ha demostrado en otras investigaciones con mayor número de pacientes estudiados: que la ingesta elevada de grasas animales y de grasa trans podría asociarse a un riesgo incrementado de enfermedades metabólicas y endometriosis, y que la modificación de los hábitos alimentarios se antoja crucial y como el primer paso para interferir en la patogénesis de esta enfermedad. Nuestro estudio preliminar demuestra que las fuentes primarias de grasa animal ingerida por las participantes fueron las carnes rojas y grasas saturadas, y concuerda con el único estudio humano publicado a la fecha por el Dr Parazzini en 2004, quien demostró en 504 pacientes con diagnóstico confirmado laparoscópicamente de endometriosis y una cuidadosa información dietética de ingesta de alimentos, que a mayor ingesta de carnes rojas y embutidos hubo un riesgo incrementado en el desarrollo de endometriosis.
Un consumo de grasa en exceso, rica en omega 6 y pobre en omega 3, un consumo elevado de carnes rojas y embutidos, deficiencia en vitaminas C y B12 y fibra, presencia de resistencia a la insulina e hiperinsulinismo, son factores que al parecer promueven la aparición de la endometriosis.
Seguiremos informando en el futuro los progresos y hallazgos de esta investigación.
Fuente original: www.endometriosismexico.com
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